¡Qué bien Escribano!
Fue llegar y besar el santo. Porque se lo ganó,
porque venció el ruedo su batalla personal, porque Manuel Escribano ha sudado
sangre en su carrera hasta que esta tarde le llegó la oportunidad de gritarle
al mundo que tiene condiciones para esto. ¡Qué bien Escribano toda la tarde con
los Miuras!
El encierro de Zahariche –enhorabuena a los
ganaderos- estuvo perfectamente presentado y de juego, por si algo faltara,
resultó más que notable. Con estos mimbres Rafaelillo rayó a gran nivel con un
toro agarrado al suelo que le exigió mucho. El diestro no lo dudó y estuvo muy
valiente, centrado, decidido. El sobrero cuarto, un torazo de Miura, desarrolló
el sentido propio de la casa y pese a las enormes dificultades que presentaba,
el torero no se amilanó en ningún momento. Rafaelillo pasó por Sevilla con la
vitola en lo más alto de torero cabal.
De igual forma, Javier Castaño deja en la Maestranza
una soberbia actuación que arranca aprovechando las embestidas fijas de un buen
toro al que Castaño enseñó con nitidez las pausas y las distancias. Un diez
para el torero que perdió con la espada una oreja de mucho peso. Lo de su
cuadrilla merece mención al margen. Matrícula de honor.
Cuajó el leonés con el capote al toro quinto. Hubo
ligazón y valentía con trazos muy toreros y templados por el pitón izquierdo.
Estiraba el cuello el Miura que enganchó varias veces la muleta de Castaño.
Soberbio espadazo de un torero que estuvo toda la tarde metido en la corrida y
mostrando enormes cualidades. Sobresaliente Castaño, dio la vuelta al ruedo.
Llegó el último y…
Salió a hombros. Escribano entró sustituyendo a El
Juli y terminó ganándose toda la atención del mundo. Anduvo por la plaza como
su llevara toda la vida en el trance, estuvo sobrado con capote, banderillas y
muleta. No sólo no le pudo el peso de la tarde y la divisa…más bien Escribano
estuvo muy por encima de la tarde…y de la divisa. Un diez redondo.
Recibió a sus dos toros a portagayola, los
banderilleó con extraordinaria torería y capacidad, y con la muleta anduvo
templado, sincero, torero y dominante. A su primero –bien picado por Quinta-
que se le fue quedando corto poco a poco, le ejecutó una faena de serenidad y
pausa, bien estructurada y torera. Cerrada ovación que hubiera llegado a más si
mete la espada a la primera. Lo del sexto fue para enmarcar. “Datilero” y
Escribano estaban condenados a encontrarse. Y lo hicieron. Faenón desde la
salida hasta la muerte. Toro de bandera, embistiendo con enorme importancia por
el pitón izquierdo. Memorable faena de cuajo y hondura, rotundos los olés y
episodio para enmarcar. Toreó Escribano tan despacio como embestía este
ejemplar de Miura que ya ha pasado a la historia contemporánea de la feria de
abril de Sevilla. Y el torero lo aprovechó. A lo grande. Sin fisuras. Matrícula
de honor para el torero de Gerena. Fue la suya una actuación maciza.
Enmárquese.
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