TOROS EN SEVILLA

El blog taurino de Víctor García-Rayo. La pasión por el hábitat natural del toro de lidia. La fiesta, el amor por el animal más hermoso del mundo. Centrado en Sevilla y en su provincia, una ventana taurina que se abre al mundo. Cultura y amor por la tauromaquia.




sábado, 13 de abril de 2013

LA ENCERRONA DE MANZANARES EN SEVILLA NO SALIÓ COMO SE ESPERABA


In extremis…un trozo de gloria

José María Manzanares convence a “su” plaza en el último toro de una encerrona que no marchaba por buen camino. Un ejemplar extraordinario de Juan Pedro Domecq, “Guasón” 197, al que se le pidió la vuelta al ruedo y una afición que empujaba al torero, provocan la reacción de un diestro que hizo soñar a una plaza llena con su actuación en el último toro de la corrida. Dos orejas en el último capítulo y un trozo de gloria para Manzanares.

 No obstante este sexto episodio no debe ocultar la realidad de una apuesta que durante su trayecto no brilló en ningún momento. José María Manzanares contó siempre con el calor sin fisuras de un público que le quiere, que le espera, que aguarda cualquier atisbo del manantial de un artista que en esta encerrona andaba seco hasta el último toque de los clarines. Con el primero, un toro muy noble de Cuvillo, exageró los tiempos muertos y los espacios y no terminó de apretar el pitón derecho del ejemplar que abría plaza. Bien matado el toro, se esperaba más compromiso por parte del diestro.

El segundo, de Domingo Hernández, gazapeó y embistió más franco en las primeras arrancadas para bajar el tono en los siguientes muletazos. Solvente el torero en la cara de este ejemplar. Sin embargo el tercero, el de Victorino Martín, provocó un bajón notable en la tarde de la encerrona del diestro de Alicante. Espectacular actuación de Juan José Trujillo –toda la corrida, cumbre- y Blázquez en banderillas, que escucharon la música de la Banda del Maestro Tejera. El toro fue exigente, muy exigente. Pedía que el torero se cruzara y ganara la acción en cada muletazo. Quedarse al hilo era perder la batalla. De ágil cuello y manos siempre rápidas, este “Vengativo” era toro de apostar a un altísimo nivel. Trance muy delicado para un torero no acostumbrado a este tipo de reacciones. Lo pasó también muy mal con la espada.

Sin fuerzas el cuarto, de El Pilar, llegó a la muleta sin poder pasar, prácticamente andando. Era imposible remontar la tarde con un oponente que apenas se desplazaba. Se marchaba la tarde sin pena ni gloria para José María Manzanares. En los medios, el diestro tuvo que abdicar muy pronto para marcharse a por la espada. Todo estaba cuesta arriba.

El quinto, sobrero de Juan Pedro, obedeció al torero y se arrancó reiteradamente a los vuelos de la muleta de un diestro que parecía estar desalmado a esta hora, sin darle importancia a su propia obra.

“Guasón”, un toro de bandera

La situación era delicada, difícil, hasta que el público de Sevilla, que adora al torero, arrancó de forma espontánea en una ovación mientras el artista de Alicante aguardaba la salida de su último cartucho. Tan emotiva fue la ovación, que el torero no dudó en reaccionar y atravesar la arena para recibir al toro sexto a portagayola. ¡Hasta tres largas cambiadas le pegó  a Guasón”! La plaza se venía abajo. Por si algo faltara, otra vez la cuadrilla titular puso la Maestranza boca abajo con una actuación en banderillas en la que saludaron Curro Javier y Luis Blázquez por delante, y el lidiador Juan José Trujillo después cuando el maestro le obligó literalmente a quitarse la montera. A partir de ahí, el único brindis de la tarde, y una faena cuajada, de entrega por fin y una dosis altísima de torería. Toro cumbre y torero rompiéndose por la causa. La afición se volvía loca. Con el público en pie y el alma de Sevilla entregada a las manos de Manzanares, llegó la estocada recibiendo y dando el pecho que culminó la gloria in extremis. Tan memorable fue la vuelta al ruedo que el respetable le pedía de forma insistente al torero que lidiara el sobrero que quedaba en los corrales. No hubo lugar y la noche llegó a Sevilla con el recuerdo de un toro de bandera y una faena torerísima que “salvaba” la encerrona de Manzanares en la Maestranza, una apuesta que ha vuelto a mostrarse como empresa altamente peligrosa y difícil.

 

 

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