El Juli, soberbio
Julián
López se ha echado el toreo a la espalda. A esta figura deberíamos agradecerle
que –en tiempos compulsos- haya sabido hacer las lecturas pertinentes para
hacer lo que, por otra parte, hicieron siempre los grandes. Aquello de “tirar
del carro” de la fiesta se ha convertido, en el toreo del siglo XXI, en una
obligación que El Juli se ha echado a sus espaldas. Y está tirando del toreo,
sí. Fuera y dentro de la plaza. Julián López Escobar, el hombre que está
liderando el toreo actual con sus gestos y con su verdad –que es muy grande- ha
vuelto a pisar la arena de Sevilla para gritarle al mundo que estamos ante el
número uno. Así lo siente…y así lo demuestra.
Venía la
ciudad Sevilla de una difícil Semana Santa con suspensiones de cofradías por
las lluvias. Y el agua se hizo presente justo a las seis y media de la tarde,
con un aguacero que hizo pensar en lo peor. Sin embargo, la corrida se celebró
para bien de la fiesta. Y El Juli se hizo presente desde el primer minuto con
una actitud propia del líder. Recibió a sus dos toros a portagayola, toreó con
el capote tan despacio que parecían lances de seda, lidió con la muleta con un
temple del calibre de los elegidos y una quietud que sólo tienen los ídolos, y
remató con la espada haciendo recordar a matadores de la talla de Rafael
Ortega, Camino o Paquirri.
Tuvo
calidad su primer ejemplar, número 131 y de buenas hechuras, y ya con el capote
el torero madrileño logró que arrancara a sonar la música de la Banda del
Maestro Tejera. En el último tercio mostró el torero esa capacidad inalcanzable
para la mayoría que consiste en torear muy mandón, siempre por abajo, ganando
los terrenos, las distancias, la gemoetría del toreo. El Juli se echaba también
esta tarde a la espalda y arrancaba una oreja que, en otro momento, hubieran
sido dos.
No
satisfecho con ello, El Juli esperó su segunda oportunidad, y cuando tuvo
delante al grandón que hizo quinto, no dudó un instante en recordar su raza.
Este toro, “Tramposo”, metí para dentro al Niño de Leganés con un cornalón, y
su matador decidió obligarlo por abajo con una cuarta de muleta y las
zapatillas enterradas en el albero de Sevilla. Cumbre….soberbio. La faena se
cimentó en tandas macizas, la plaza crujía con razón y Julián López se quedaba
quieto como una estaca. Mandó, sobradamente, sobre el torazo de Salamanca.
Espadazo hasta enterrar los dedos y el presidente que saca los dos pañuelos al
mismo tiempo. El público llegó a pedir el rabo de este toro 96. La vuelta al
ruedo, memorable, subrayaba entre pasiones que el torero que paseaba el coso
del Arenal era el número uno, el hombre que se ha echado el toreo a la espalda
para tirar del carro.
No era su día
Morante no
quiso ver a su primero, un toro que le echó la cara arriba, de Parladé, y del
que supo su lidiador que no colaboraría con la causa. De hecho, el diestro de
la Puebla apenas permaneció un minuto delante del astado. Sacó su espada de
verdad, que la llevaba consigo, y finiquitó a este remiendo del encierro
titular. Pitos del respetable, claro. A su segundo, de Garcigrande, sí lo
veroniqueó con torería e incluso intentó lucirse con la muleta, pero el trasteo
no pasó de ser un episodio de altibajos sin remates francos. Tuvo fijeza el
astado, pero el tiempo pasó entre voluntades con un toro con el que Morante no
se encontró.
José María
Manzanares, base del abono de este año, no terminó de acoplarse a su primer
toro en una faena que no se remontaba del todo. El torero de Alicante no llegó
a encontrarse cómodo de verdad en ningún momento con este número 71. Sí hubo
atisbos de entendimiento al final de la faena. Manzanares, que cuenta
merecidamente con el crédito bien ganado de “su” plaza de Sevilla, tuvo que
lidiar además con el fuerte viento ante el sexto del encierro. Tuvo la virtud
este episodio de desarrollarse de menos a más, con un torero entregado que
quiso reivindicar su condición de “Rey de Sevilla”. A los sones de
“Churumbelerías” el diestro alicantino dejó pasajes de mucho peso en una faena
que de nuevo tuvo larga duración. Fue muy aplaudido por la cantidad de detalles
que dejó sobre la arena de la Mestranza.
La corrida,
que tuvo que ser remendada, mostró ejemplares desigualmente presentados. Varios
de ellos se taparon porque enseñaban la cara. Juan José Trujillo saludó en banderillas
en el sexto. Lleno de “No hay billetes” y cumbre de El Juli en Sevilla, pero
cumbre de verdad.
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